viernes, 8 de abril de 2011

MI JARDÍN ENCANTADO

Cuando era niña, la naturaleza me fue mostrando, los tesoros, que aún guardo en mis recuerdos.
Los primeros rayos de sol iluminando una telaraña, fueron los diamantes mas hermosos, y alli al alcance de mi pequeña mano.
En el enorme jardín de la casa,mi padre tenia un banco de mármol, bastante antiguo, pero que me resultaba cómodo, ya que cuando me acostaba ahí veía el cielo, y como había también un árbol de aromo bastante alto,  las flores se movían.
El perfume embargaba todo el ambiente, y el color amarillo fuerte de las flores contra el cielo celeste, hacían  de  ese un momento inolvidable.
Con los años y los avatares de la vida, se me perdió el encanto.
Hace un tiempo,cuando ya la vida se fue aquietando, fui recobrando el equilibrio espiritual.
Ya no existe aquel jardín encantado de mi niñez, pero un día mientras regaba mis hermosas plantas, un colibrí, se fue acercando, con su aleteo nervioso, y cuando se sintió seguro, se arriesgó a beber muy cerca de mi mano. Desde entonces cuando salgo al jardín, se acerca, revolotea y se va.
Cuando enfermé, y no salí por varios días, al mirar por la ventana de mi cuarto, allí estaba aleteando justo frente a mi.
En ese momento descubrí que este es mi mundo mágico.
Que bueno es poder gozar de este regalo de Dios. Sería maravilloso que cada uno encontrara la magia en su vida.
                     NORA O.























DE LOS ESCRITOS DE OSCAR

                                           EL ALMACÉN DE DON GUTIERREZ


Durante la adolescencia, forme parte de la barra de la esquina, eramos unos cuantos los que mas o menos teníamos la misma edad, y ademas había algunos que nos llevaban tres o cuatro años.
Todos nos encontrábamos en el mismo lugar, el almacén de Don Gutierrez
Esa era la esquina justa.
En el medio de la ochava, estaba la puerta de entrada, con una vidriera a cada lado, las cuales justo a la altura de las sentaderas, tenia dos mármoles donde apoyábamos nuestra osamenta.
A veces eramos tantos sentados, que no podíamos mover los brazos
Por supuesto, no nos íbamos hasta antes de la media noche.
La mujer de Gutierrez, ya cansada, desde su cama nos gritaba: - basta ya, dejen de dormir y vayan a joder a sus casas.
Después de algunas risitas y un zzzzz, bajábamos el volumen, pero allí seguíamos.
Hubo un tiempo, que a la hora de cerrar, esta salia con un balde de agua, al que a veces le agregaba lavandina, y decía: -¡Permiso permiso a ver si se levantan !
Siempre de buen talante pero derramaba el agua sobre el mármol, mojando también la pared. Recién entonces , bajaba la cortina y nos apagaba la luz.
Igual seguíamos reunidos, hablando y riendo, unos parados, otros sentados en el cordón o apoyados contra el palo de luz, hasta que por fin se secaba y de a poco, nos íbamos sentando.
Solo le  fallábamos los sábados, porque íbamos a bailar, y los domingos,porque estábamos cansados.
En vez,el gallego Manuel,como lo llamábamos nosotros; en la esquina enfrentada, abrió una lechería, pero en su caso la vidriera y las persianas rozaban la parte extrema de la pared, cuestión que nadie pudiera sentarse.
Pobre gente los Gutierrez, cuanto tuvo que soportar durante tantas noches.
Aunque ya no estén entre nosotros,vaya este recuerdo.